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Llevar adelante una estrategia efectiva de marketing online exige atender a un montón de parámetros y mediciones. Pero lo más importante no es disponer de una larga lista de datos, sino saber interpretarlos para lograr una visión correcta del funcionamiento de nuestra web.
La tasa de rebote es uno de los indicadores que nos ayudan a completar ese rompecabezas. Google Analytics nos la ofrece para que podamos conocer el comportamiento de los usuarios y no nos quedemos en un dato tan engañoso como el tráfico atraído. Si nuestros visitantes se limitan a echar un vistazo y marcharse, probablemente no estamos haciendo bien las cosas.
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Casi lo hemos dicho ya: la tasa de rebote, o bounce rating, indica cuántos de nuestros visitantes se han ido por donde han llegado, sin realizar ninguna acción en nuestra web: ningún clic, ninguna visita a otra de la páginas del sitio, nada.
Esa especie de paseo fantasma en el que el usuario visita únicamente una página y se va sin interactuar resulta, en general, muy revelador del engagement que generan nuestros contenidos. Pero las cosas no son tan simples, porque un visitante que entre en un largo artículo de nuestro blog, lo lea entero y se marche a los diez minutos, computará como rebote de igual forma que uno que haya permanecido en el sitio dos décimas de segundo. Dicho de otro modo: el tiempo de permanencia de los usuarios en la web no es relevante para contabilizar los rebotes; solo si han realizado o no alguna acción.
Calcular la tasa es sencillo: hay que dividir el número de visitas que solo han accedido a una página por el número total de visitas. Multiplicando por cien el resultado tendremos nuestro porcentaje de rebote.
Ya tenemos el dato que buscábamos. Ahora, ¿cómo podemos saber si es bueno, malo o regular?
Todo depende del tipo de sitio web que estemos analizando. Si tienes una página que solo contiene la información de contacto de tu empresa, lo normal será que el usuario entre, consulte esos datos y se marche. Así que una tasa de rebote muy alta será inevitable aunque la página cumpla perfectamente su función. Y no supondrá un problema.
En un blog, por otra parte, resulta habitual que un seguidor entre únicamente a comprobar si hay un nuevo post, y salga sin más en caso de que no sea así.
Por motivos como esos, el porcentaje de rebote que se considera aceptable varía notablemente de un tipo de web a otro.
Los blogs pueden dar por buena una tasa entre el 40 % y el 60 %, pero la de una tienda online debería ser inferior al 40 % y la de cualquier web corporativa tendría que oscilar entre el 15 % y el 30 %. Se trata de referencias muy genéricas, pero dan una idea acerca de las diferentes expectativas en unos y otros casos.
En general, es preferible que la tasa de rebote sea pequeña por varias razones, y la primera es que ese dato afecta al posicionamiento. Es decir, que Google lo tiene en cuenta para decidir si tus contenidos tienen o no calidad.
Por otro lado, y aunque no siempre ocurra así, la tasa suele guardar relación con el tiempo que pasan los usuarios en tu web. Y te interesa que ese tiempo sea el mayor posible, porque eso influye en tus ganancias por publicidad si tienes anuncios, y aumenta las posibilidades de que el visitante compre si se trata de un ecommerce. Piensa en Amazon, o en tiendas online con constantes sugerencias sobre productos que te pueden interesar aunque ya hayas comprado.
Lógicamente, es más probable que el usuario haga lo que tú quieres si pasa más tiempo en la web.
Hemos visto que hay casos en los que una tasa de rebote alta no significa nada malo: básicamente, cuando sabemos que los visitantes han encontrado en nuestro sitio web lo que buscaban y se han ido sin hacer ningún clic.
Pero si nuestro porcentaje supera lo aceptable para el tipo de web de que se trata, tendremos que hacernos estas preguntas:
Quizá hayas dedicado mucho esfuerzo a atraer gente a tu web y poco a preparar lo que hay en ella. Si es así, has creado una expectativa que luego no satisfaces, por lo que es normal que el usuario se marche decepcionado.
Comprueba que has pensado en el visitante y en resolver sus dudas y problemas. Asegúrate también de que el contenido es fresco y atractivo en lugar de previsible y monótono. En Internet, el material se repite enormemente y el lenguaje también. Intenta estrujarte un poco la cabeza antes de hablar de lo que todos hablan y como todos hablan. ¿Por qué va a quedarse el usuario en una web así?
Verifica además que no te has obsesionado con la redacción SEO y que los textos se leen con agrado y fluidez. Un contenido artificial o farragoso espanta rápidamente a cualquiera.
Ya sabes que la paciencia no abunda en Internet. Pon las cosas fáciles a quienes lleguen a tu web si no quieres que se vayan en medio segundo. Ofrece una navegación clara y sencilla, y comprueba que todo funciona correctamente en los diferentes dispositivos.
Y por favor, no dejes que el diseño críe telarañas. Es algo importante y, en ciertos casos, esencial: imagina que buscas una empresa del campo audiovisual y encuentras que su web tiene una estética y un diseño obsoletos. ¿No te irías de inmediato?
Si quieres que los usuarios hagan clic, dales muchas y buenas opciones para ello. Distribuye enlaces internos e introduce calls to action con algo que pueda resultar interesante a tu público.
En el caso de los enlaces externos, lo más conveniente es que se abran en pestañas nuevas para que el visitante no abandone tu sitio al pulsar en ellos. Y recuerda, por último, dar visibilidad a los formularios si tu intención es captar leads así, pero hazlo de manera que no estorbe ni incomode a quienes entren en la web.
Mejorar tu tasa de rebote no es tan complicado. Esperamos haberte dado algunas ideas útiles para lograrlo. ¡Suerte
obtener una previsión aproximada que nos sirva de referencia para planificar nuestras acciones y administrar nuestros recursos.