Una linda, pequeña y sabrosa ciruela, vivía en una gran cesta de exquisitas frutas. Todos sabemos que la vida de las frutas es corta, pero dulce y apetitosa.
En esa gran cesta vivían todas las frutas existentes a cual mejor para escoger.
El melón y la sandía, tan refrescantes; las fresas y las cerezas, rojas y llamativas; el delicioso melocotón; manzanas de todos los tipos, brillantes y rebosantes de color; peras, ricas y jugosas; naranjas y limones con todo su jugo; piñas, plátanos, uvas negras y blancas. En fin, todo un surtido de posibilidades cada cual más tentador.
Entre todas ellas estaba nuestra amiga la ciruela, pequeña, pero en su mejor punto de madurez. Estaba junto a todas las demás frutas, quizá más llamativas, pero no por ello mejor que ella, simplemente, diferente.
En un momento dado, nuestra ciruela ve como un brazo se acerca hasta la cesta de frutas y experimenta una gran alegría pensando que iban a elegirla a ella, pero la mano decide coger un sabroso melocotón.
Claro, piensa la ciruela, si yo hubiera sido melocotón seguro me hubiera elegido a mí, pero no soy más que una pequeña ciruela y por eso no me quieren.
Pasado un tiempo, otra mano se aproxima de nuevo a la cesta de frutas y nuestra ciruela salta de contenta deseando ser ella la elegida. Pero de nuevo, la mano coge un racimo de rojas y apetitosas cerezas.
Una vez más nuestra amiga piensa: “si hubiera sido cereza me hubiera elegido a mí”
Y así, la cesta de frutas se fue vaciando poco a poco y nuestra ciruela se fue poniendo más triste y arrugada, queriendo ser lo que no era.
Pero en un momento determinado escucha una voz que dice: por favor, ¿ puedes traerme una ciruela?, es la fruta que más me gusta.
Sí, le responden, pero la que hay está un poco arrugadilla y pocha.
No importa, la ciruela es la fruta que más me gusta, son pequeñas pero tienen un sabor dulce e inconfundible que dejan un excelente deleite en mi paladar.
Nuestra amiga la ciruela escucha sin creérselo sintiendo pena de no estar tan tersa y apetecible como lo había estado antes, pero en ese momento recibe una gran lección: quiérete siendo como eres, y nunca quieras dejar de ser tu mejor tú.
Hoy en día nos vemos inmersos en un mundo online donde nuestros clientes buscan y encuentran todo tipo de empresas, servicios y productos.
Unos somos más pequeñitos, quizás tengamos menos brillo, pero poseemos un sabor inconfundible de cercanía, compromiso, atención y saber hacer responsablemente.
Nos esforzamos porque nos vean, nos elijan, y nos prueben. Pero, hay tanto donde elegir que va pasando el tiempo y nos vamos arrugando, sintiendo pequeños, tristes, apagados y cada vez con menos energía. A veces sin saber que hacer, salvo pegar saltitos …
Hasta que llegado un día, alguien te quiere, te prueba, confía en ti y se queda con tu sabor para toda la vida.
Con el fin de sobrevivir, quizás hemos deseado hacer de todo, ser lo que no somos, convencer sin sentirnos verdaderamente nosotros. Y nuestros clientes, que van buscando satisfacer sus necesidades, se sienten confundidos, infoxicados, y probando todo lo que les parece más apetitoso que tú.
Pero si te mantienes fiel a tus principios sin querer ser lo que no eres, y abanderas la responsabilidad como lugar de crecimiento, antes o después habrá alguien a quien le encanten tus servicios, hable de ti y te recomiende.
Por esta razón no me gusta hablar como experta de nada. Los verdaderos expertos son las personas que colaboran conmigo y que dominan cada uno de ellos un área. Área necesaria para que tu proyecto crezca.
Tengo toda la cesta de frutas disponible para los distintos paladares, gustos y necesidades, para que puedas elegir. Porque creo que es:
La mejor forma de dejar en nuestros clientes un excelente sabor de boca, aunque lo que les guste sea una sencilla ciruela !!!
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[…] trabajar las historias en tu negocio terminas por reflejar muchas más cosas de las que piensas. Quieras o no acabas haciendo referencias a tu humanidad, tus valores, tus características […]